De las obligaciones divisibles y de las indivisibles

encontrado en un maletin de difuntos jueves cualquiera

Por mr. forfy

El dominio de los atajos de teclado en el sistema operativo Windows es toda una invitación al escapismo laboral. Con el pulgar y el índice situados en CTRL y TAB podría incluso estar viendo porno duro con sus compañeros de oficina pasando a sus espaldas. Tan sólo hay que ser lo suficientemente rápido para que nadie se percate. Una actividad en la que se ha especializado a base de mañanas como la de hoy y que, sin ninguna duda, agudiza la percepción. Son las 11:33 y en una serie de pestañas abiertas en el navegador hay un encargo de investigación acerca del porqué de las obligaciones penales en el Código Civil. Búsquedas legislativas estándar en Google en lo que va camino de convertirse en otro de sus fracasos.

Lo interesante es el PROYECTO.

Esa especie de juego literario en el que se ha metido sin saber muy bien cómo ni cuándo empezar. La operación de acercamiento se ha producido hace escasos minutos: entrar furtivamente en la página y descubrir que todo ha comenzado. De un primer vistazo comprueba que debe de haber al menos un par de textos, y decide imprimirlos. Nadie sospechará si le ven leyendo papeles, es mejor así. Vuelve de la impresora ojeando el contenido y con unos primeros vistazos ya empieza a notar pequeñas punzadas en las sienes. No le gusta lo que lee, no le gusta porque le ha parecido mejor de lo que esperaba. Su organismo se está encargando ahora mismo de clasificar el problema como "pequeño dolor de cabeza", dentro del subgrupo de "responsabilidades buscadas que le ponen en un compromiso".

El siguiente paso es sumergirse otra vez en el directorio mental de sus excusas. No escribe, decidido. Se baja del carro. Una decisión tomada casi sin pensar, destinada a evitar un mal mayor. La culpa es del tiempo, como siempre. No tiene tiempo luego no puede escribir. Se lo repite a sí mismo varias veces y se lo repetirá hasta que la frase pase de la zona cerebral de mentiras autoimpuestas a la de verdades a medias.

Su organismo ya ha terminado de etiquetar el problema con un cuadro de "dolor leve de cabeza con cierta tensión estúpida". Siente palpitaciones en la nuca. Quizá sea su sentido del ridículo reclamando su parte de culpa en el asunto.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Quésesto?... Metablogoliteratura jugando al despieste... Interesante...

kuroi yume dijo...

XDDDDDDD
parece más una huelga a la japonesa!
encaja perfectamente con el espíritu de la cosa esta!!!

Sergio dijo...

Vaya, me siento muy identificado con esta historia...Esas punzadas en la nuca cuando ves que no llegas a lo que te has comprometido... Juas!

Juanma Sincriterio dijo...

Joe, leerlo ha sido como mirarme al espejo...

plas, plas, plas!

Ramón Masca dijo...

Vaya pasada metabloguera :D

Higronauta dijo...

Ciberconsciencia maletinera en horario laboral. ¡Estamos creando monstruos!