La presentación

encontrado en un maletin de difuntos sábado cualquiera

por Javier Esteban

Aquella tarde, todos los zombis y las zombis se reunieron en el campo de fútbol del pequeño polideportivo junto al centro comercial para asistir a la presentación del Libro. El autor, un forastero de procedencia difusa pero que en el apergaminado tacto de la piel revelaba los síntomas de una rápida momificación por deshidratación en el desierto, empezó rememorando las dificultades para publicar su obra –por no hablar ya de ganarse la vida con ella– debidas ante todo a la mala salud del género profético y a la incomprensión de los jerifaltes del mundillo religioso de su época, quienes, incapaces de apreciar los valores intrínsecos –piadosamente hablando– de su propuesta, habían ninguneado y entorpecido su carrera hasta el lamentable extremo de la lapidación. Injusticia histórica que esta nueva edición, se apresuró a matizar el máximo responsable de la secta de amanuenses organizadora del evento, se proponía subsanar definitivamente. Por su parte, el traductor ponía todo el empeño del mundo en seguir el ritmo, pero el avanzado estado de la necrosis de su laringe le impedía acertar con más de cuatro palabras de cada diez. Muy descontentos por lo que consideraban una irreverente chapuza, algunos de los presentes se aplicaron sin el menor rubor a la frívola tarea de intercambiar harapos y colecciones de dientes no necesariamente ajenos en las canchas aledañas, mientras a lo lejos, sobre el horizonte, las densas nubes iban siendo surcadas por la fluorescencia de unos relámpagos sordos, tal vez preludiando de algún modo el regreso de los viejos dioses desde el limbo de la ignorancia. Tras lo cual, que les quedara claro, se verían obligados como todo hijo de vecino a guardar su turno en la cola para la firma de ejemplares.

1 comentarios:

Sergio dijo...

What a wonderfull wooorld!! (con musiquita)