El hombre ha confesado

encontrado en un maletin de difuntos domingo cualquiera

Él entra en la habitación y se presenta ante la cámara —yo soy Javier— y esto es lo fundamental lo que conviene dejar claro antes de avanzar ni una sola línea más en el guión porque las caras sí las caras están muy bien pero hoy en día la gente ya no tiene tiempo para ellas para distinguir las unas de las otras hoy en día uno no espera poder ser capaz a un tiempo de seguir una historia y no confundir a sus protagonistas entre sí pues nadie más lo hace no tiene remedio uno no es tan especial por eso tiene que echar mano de los nombres para dar la exacta réplica mental del mundo y eso es lo mismo les pasó a las cámaras da igual que fueran trípodes de metro y medio con las patas de acerografito y la cúspide de una bandeja negra de posibles engranajes y microprocesadores de silicio o un humanoide del tamaño de un niño de once años que flota a veinte centímetros del suelo y lleva un cable en trenza helicoidal injertado con gran saña en su mentón y podría por ello recordar a la esperpéntica versión de un globo pero en realidad es el mayor avance en comunicación audiovisual de la historia de la humanidad ahí dónde le veis recién licenciado en las vastas granjas de Toshiba al sur de Gales y todo vino —os lo estaréis preguntando—cómo no por culpa de internet que obligaba a los chicos de la sede ultra secreta de la empresa en Okinawa a maquinar cómo podrían capturar de la manera más correcta esa baba de bits que llaman realidad ahorrándose los píxeles borrosos y hubo también aquella crisis civil en Myanmar y aquella crisis demográfica en Corea de Norte y aquella subida eyaculante de los precios del petróleo y las materias primas a nivel global y alguien hizo entonces oídos a la política de reducción de costes unitarios propuesta por FMI para mejorar el equilibrio en competitividad frente a los países emergentes y los chicos de Okinawa no desperdiciaron la oportunidad para innovar —dijeron la mejor imagen que se nos ocurre es la que se forma en el ojo humano— y por ello se pusieron seriamente a ello y en dos o más o menos tres años y medio presentaron el primer prototipo de individuo de piel azul verdosa atrofia genital incompleta y el cráneo horadado hasta lo imprescindible para mantener los centros de control de las funciones vitales y poder introducir el fantabuloso hardware transductor en el que habían trabajado con el inesperado efecto inesperado de dotar a los sujetos de una capacidad telequinética y de levitación que vino de perlas a la hora de ahorrar en plataformas y grúas para los picados y contrapicados a pesar de que el alquiler de uno solo de ellos es rematadamente estratosférico para el sueldo de un triste escritor aunque lo que a él le preocupa en este instante es el tan breve espacio —apenas ciento y pico páginas— que le ha sido concedido para compartir con nosotros lo que registre en lo que este terminal al que paradójicamente aún no se ha atrevido a poner nombre tal vez por miedo talvez porque le interroga con dos ojos glaucos y sonríe cómo sólo sonreiría alguien que le odiara y a la vez le perdonara por anticipado todo lo que está tratando de narrar:

3 comentarios:

Sergio dijo...

Jeje, me gustaría verte leerlo en voz alta del tirón :D.
Buena!

un maletin de difuntos dijo...

No, si yo normalmente hablo así, sin puntuación y con erratas múltiples :p

kuroi yume dijo...

y en futuribles?
Magistral.